¿Para qué guardamos datos u objetos?
- Daniela Zuluaga

- 5 oct
- 2 Min. de lectura

Antes de iniciar con cualquier reflexión sobre la Historia, hay pensar primero en lo más práctico y esencial: una información. Identifica datos triviales como tu nombre, fecha de nacimiento, cédula o hasta un número de celular, ¿por qué lo guardas? Los podrías ignorar ¿verdad? Sin embargo, hay otros elementos importantes que te hacen decidir que eso no se puede borrar y que la situación no es tan sencilla.
Imagina borrar tu número de cédula ¡Una catástrofe! ¿A dónde irías a reclamar medicamentos? ¿Cómo harías tus transacciones bancarias diarias? ¿Cómo podrías solicitar factura electrónica? ¿Cómo harías valer tus derechos, en caso de que necesites hacer un trámite ante una institución? ¿Podrías viajar tranquilamente? Hay datos que son cruciales para nuestro día a día. Un número de cédula por sí mismo es trivial, una serie de números y ya. Sin embargo, si lo analizas desde el sistema social en el que estás inmerso, te haces prácticamente inexistente si no lo tienes.
Tomemos otro objeto. Un peluche que te dio tu primer amor. Un osito con un gran valor sentimental. Si la relación fue bella y positiva, lo cuidas, lo conservas. O puede que esa relación no haya sido tan buena, pero te parece muy lindo el osito y lo dejas, le quitas el valor sentimental de ese mal amor y te quedas con la ternura de ese personaje. De pronto puedes ver que ya ese peluche se queda estorbando en la casa, y decides dárselo a otra persona y te libras de ese peso. Si te deshaces de ese peluche, o lo pierdes, no necesariamente te vas a colapsar como sí pasa con la cédula. La sociedad no te va a reclamar por eso, pero por la cédula quizás sí.
La mayoría de personas piensan que la Historia es algo de intelectuales grandes, que se sientan en grandes bibliotecas y se dedican a buscar en archivos mucha información. Pero como te acabé de mostrar, siempre estás interactuando con ella, quieras o no. Todo lo que ya hiciste, pensándolo en términos esenciales y sin teoría, ya marcan una huella, un pasado. Nadie, absolutamente nadie puede escapar de esa dinámica. El pasado es eterno, en el sentido de que cualquier acción que hagas en cualquier momento del día deja una evidencia.
¿Acabaste de comer algo? Dejaste rastros de lo que comiste en un plato, o bien en los desperdicios del alimento que dejaste. ¿Utilizas el celular? Tienes evidencias de todos los reels y el historial de navegación en el Internet. ¿Sacaste la mascota a pasear? Llegas a tu casa impregnado de las arenas y otros elementos que traes de la calle. Tu perro también. Las patas y las suelas de los zapatos llegan con marcas de tu camino, de color oscuro o grisáceo.
Lo que decidimos guardar está lleno de un entramado de acciones y decisiones previas. Algunas son conscientes, otras no tanto. Pero para guardar siempre hay que escoger la mejor opción. La mejor opción depende de la situación y el contexto. Así que, la próxima vez que pienses en Historia, ten más cuidado, porque estás ante algo de lo que no puedes escapar. Es en tu rutina diaria, en el hoy, en lo común. en donde construyes el pasado de Sabanalarga.


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